lunes, 20 de agosto de 2007

El dragón azul que fuma en pipa y es feliz (Cap. I)

El dragón azul desplegó sus alas y voló. Surcó los cielos del Mizz, tierra fantástica en la que moraba, y dirigió su vuelo hacia el mundo real, denominado así por sus habitantes, pero igual de real que lo era el Mizz para el dragón azul e igual de fantástico que lo era para el dragón el mundo real de los humanos.

Sabía de las prohibiciones acerca de dejar el Mizz, y también sabía que pesaba la misma prohibición para los descendientes parlanchines de los monos pero que sin embargo, éstos no la cumplían, y que tras siglos de negación y ataque al Mizz lo estaban convirtiendo más humano, más peludo. Y así las cosas, rotas y olvidadas las normas, se consideraba libre para volar por donde más le placiese.

Sobrevoló distintas ciudades, varios pueblos y eligió un pueblo mediano, ni grande ni pequeño, ni bonito ni feo; y tomó tierra en su plaza principal y paseó por ella…

-Mira, mamá, un dragón lapislázuli!
-Ay, hija, no seas pesada…

Y el dragón se dio cuenta de que lapislázuli era una palabra ridícula y de que tenía mucho trabajo por delante si quería que los pocos descendientes parlanchines de los monos que aún podían verle le llamasen simplemente “dragón azul”.

Se encaramó a un amplio tejado y encendió su pipa. Y fue feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha dado pereza comprobarlo, así que lo pregunto: ¿estaba "lapislázuli" incluída dentro de la lista de palabras que suenan gays?
Supongo (espero) que sí.
Saludos