De su pasado sólo sabemos que
siempre ha vivido en la misma ciudad y que los pocos viajes que ha hecho apenas
lo han alejado unos cuantos kilómetros de la ciudad de las bicicletas y los
canales que tanto adora.
De su presente sabemos más cosas,
pocas más, pensará la mayoría, y no tan pocas, juzgarán los que prestan
atención a su pose de sofá, relajada y evadida, y a su mirada, que hace tiempo
ha perdido el sentido del espacio contemplando la lluvia que cae y golpea la
ventana del coffe shop, de inspiración árabe, en el que ha decido pasar las
últimas horas de la tarde, rodeado de volutas de humo espeso y de una infusión
de hierbas “bien cargadita, por favor”.
Casi podemos sentir, casi ver,
cómo una silueta en todo igual a él, se yergue desde su cuerpo mientras él, con
una sonrisilla, reposa la cabeza en la pared y la acompaña con la mirada
mientras ésta baja la escalera, sale del local, a la lluvia, y antes de
despedirse, con un gesto, le promete volver en breve.
Ha pasado una hora y el hombre
sigue allí. Esperando, con mucha, mucha calma, entre infusiones bebidas e
infusiones fumadas. Llegado un momento, vuelve la cabeza hacia la puerta y
entra, apenas perfilada, la silueta. Parece que trae noticias.
En voz baja le cuenta que “Buceando
en el canal dejé atrás las luces de las casas y las luces de las estrellas, y
seguí bajando. Es profundo, más de lo que parece desde la superficie y, en el
fondo, no es lodo lo que hay, sino brumas. Sí, brumas. Nubes espesas. Seguí
bajando y me hallé rodeado de una oscuridad moteada de puntitos de luz. En el
momento, tomé las luces por peces abisales, pero había una sensación de
divinidad flotante que me llevó a pensar que había llegado al otro lado...”
-Vaya…-dijo el hombre en bajito, con cara de
sorpresa-… ¿y fue entonces cuando decidiste volver?
En la mesa de al lado, una pareja se volvió hacia él al pensar que hablaba con ellos. Al verlo tan ensimismado,
como hablando con la nada, siguieron a lo suyo.
-No. Fue entonces cuando escuché
una voz…una voz hecha de voces y llena de conocimiento. Y mientras volvía y
atravesaba con ella el cosmos y las brumas, me contaba…que siendo yo un alma liberada
y tú un cuerpo independiente…uno de los debe doblegarse al otro y vivir como su
reflejo. Y no seré a mí a quien encierres en un espejo.
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