sábado, 10 de agosto de 2013

El diccionario de Metalsaurio: Desparpajo

Desparpajo: Cualidad que engloba extraversión y desenvoltura, especialmente en el caso de personas cuyo conjunto de características es considerado por una mayoría como molesto.

La RAE es más correcta y da una definición menos ofensiva, claro. Pero esto no es la RAE :)

sábado, 3 de agosto de 2013

Las aventuras del príncipe desencantado (2ª parte)



Aunque a priori podría pensarse que por ser una "segunda parte" es una continuación de la primera, no es así. Se repite el marco, algunos de los personajes, e incluso el eje principal. Sin embargo, es una historia diferente. 

La princesa Bernalda, recién prometida con un futuro rey rico y feo, abandonó sus aposentos y se dirigió al jardín a llorar sus penas. Necesitaba aire. Y que la luna o las estrellas, la suave brisa o el croar de las ranas, le susurrasen cómo evitar el matrimonio con el príncipe Gundar.

Bernalda se lamentaba a la orilla de estanque, cuando un sapo gordo y húmedo, con aspecto de malhablado, brincó a su vestido. ¡Croac! Bernalda lo miró y, distraída, lo rascó entre los ojos. Incluso ella misma exclamó un croac desganado.

¡Croac! Insistió el sapo. ¡Croac! La princesa tomó al batracio entre sus manos. Lo miró con cariño y lo acercó a su oído. Nada. El sapo no tenía la solución para evitar el casamiento. Bernalda suspiró, y, antes de devolverlo al agua, aproximó sus labios al sapo y lo besó.

Un alarido muy humano hizo estremecer hasta las raíces de los árboles. Era el sapo, que ya no era sapo. Era Gundar, que por el día era príncipe y por la noche batracio, y al que Bernalda con su beso le devolvió la forma humana antes de que saliese el sol. Gundar estaba desnudo y asustado. Bernalda estaba vestida y desmayada.

Gundar se acercó a ella y apoyando una rodilla en el suelo, le pasó una mano por la nuca para levantar su cabeza y verla bien.

-Bernalda…-la miró con pena, sabiéndose repulsivo a sus ojos. Y para hacerle un favor, esperó a los primeros rayos de sol y la besó. Así, ella sería rana por el día y él, sapo por la noche, y no se podrían casar ni estar a disgusto el uno con el otro.