miércoles, 29 de marzo de 2017

Décimo aniversario

¡10 años de Metalsaurio!
¡10 años de blog!

He buscado durante más de media hora un vídeo para acompañar la entrada de hoy. La ocasión lo merece y por estos lares he tratado de aunar literatura y música. Una parte de mí tira hacia los campos musicales por los que se suele pasear el blog y otra hacia el océano de músicas por el que navego desde hace un tiempo.

El metal ha sido una constante en el blog. No en vano, es el blog de Metalsaurio. Podréis imaginaros los que leáis esto que mi afición por este género nace bastante antes del blog y que los minutos que le he dedicado a escucharlo iban más allá de las canciones que han acompañado a las casi 460 entradas que he publicado. Con esto pretendo explicar mi dilema a la hora de escoger una canción para hoy. Cuando empecé con este blog llevaba en el reproductor de mp3 varios discos de hard rock y metal, y ahora escucho audiolibros en mi teléfono móvil y he incorporado el jazz a mis escuchas.

Confieso que me he sorprendido al darme cuenta de que he publicado 458 entradas desde 2007. Hubo un tiempo en que soñaba con dejar el trabajo y vivir de escribir. Os dará la risa. “¿Te creías acaso un Nobel?”. Siempre me he sentido satisfecho con mis escritos. Unas veces más otras menos. Con el tiempo, la cosa cambia y me sonrojo al recordar esa satisfacción por algún relato. Lo mismo me sucede con el libro que publiqué. Y sin embargo, mantengo una feliz calma al escribir y satisfacción cada vez que termino un relato. Siento además que he mejorado. Y aunque en estos 10 años no he dejado el trabajo para vivir de las letras, me anima a seguir escribiendo.

Más de una vez me preguntaron si no tenía pensado escribir una novela. Me animaban a hacerlo. Seguramente porque a la hora de leer somos mayoría los que nos decidimos por ese género. Yo también me lo he preguntado y la respuesta a día de hoy es que no. En el relato corto me siento a gusto. La mayor parte de las veces puedo empezarlo y terminarlo el mismo día y dar salida a más ideas que en una novela. Al menos, con más velocidad.

A los habituales, a Ángeles en primer lugar –por ser prácticamente la única que da señales visibles de vida−, MUCHAS GRACIAS por seguirme después de tanto tiempo y por aguantar la travesía en el desierto que, a nivel de blog, supuso 2016. A los que ya no me seguís, muchas gracias igualmente por haberlo hecho en algún momento. Y, finalmente, gracias a todos los personajes que habéis protagonizado o aparecido en mis historias. Este blog, es vuestro.

¡Y seguimos!



lunes, 27 de marzo de 2017

La consulta

Tenía la consulta en un tercero sin ascensor, pero no era impedimento para tener una clientela abundante. Sobre todo de ancianos. Especialmente mayor era la que ahora subía. Iba acompañada de una chica, posiblemente su nieta. A cada pocos escalones que avanzaba hacían una pausa y descansaban.

Sólo faltaban un par de escalones cuando la puerta de la consulta se abrió y un hombre, entrado ya en años, asomó para dar la bienvenida. Adelante señoras, les dijo.

La señora caminaba ligeramente encorvada, vestía de negro y el gesto de su cara era inocente, picarón. Se llamaba Elena, y sus rasgos mostraban que había sido guapa. La chica todavía lo era. Fue la joven, Casandra era su nombre,  quien explicó que su abuela era la paciente.

Se sentaron. El hombre tenía el pelo mal recogido en una coleta y varios mechones flotaban ante su rostro cuando se movía atento a las explicaciones de Casandra. Llevaba un pijama de trabajo, de médico, lleno de manchas de pintura en el pecho y con salpicones por las piernas. Parecía un lienzo andante.

Mi abuela, dijo Casandra, está senil. Los pocos recuerdos que tiene son de hace muchos años. Y los entremezcla con el día a día. Es agotador para quienes la cuidamos y también para ella. Necesitamos fijar sus recuerdos. Y si además puede mejorarlos, sería ideal.

Pablo, que así se llamaba el hombre, se incorporó y tomó de la mano a Elena. Vamos, por favor. Acompáñeme a la sala.

Cerró la puerta.

Casandra se quedó afuera, esperando. Al otro lado se oían brochazos. Bajo la puerta, haces de luz iban y venían mientras el pintor de recuerdos obraba su milagro.

Al cabo de dos horas la puerta se abrió y Elena y Pablo aparecieron de la mano caminando despacito. Elena parecía encantada, deseosa de contarle a la nieta tantas historias como esta pudiera aguantar. ¡No te vas a creer de lo que me he acordado ahí adentro!

Elena le contó a su nieta la historia de la guerra de Troya. Cómo había conocido a Paris, al caballo de madera de Ulises, a Menelao, a los héroes griegos…y todo eso antes de venirse a vivir aquí, tan lejos de Grecia pero tan feliz. Orgullosa de ser la abuela de una chica tan guapa.

Pablo le guiñó un ojo a Casandra. Satisfecha la nieta, recogió a su abuela de la mano del pintor de sueños y juntas abandonaron la consulta, parloteando sobre historias preciosas, algunas soñadas y otras reales, pero más vívidas que nunca.



domingo, 5 de marzo de 2017

El astronauta Manolo

El astronauta Manolo se despierta en la estación espacial. Un nuevo día que comienza temprano, a las cinco de la mañana. 5:00 am, hora de Madrid. 5:00 am del 6 de Marzo de 2017, lunes. Manolo se toma unos segundos para pensar. ¿6 de Marzo, lunes? Si ayer fue sábado, día 4…

Repasa su diario. Manolo anota en un diario personal sus vivencias en la estación espacial y el último día que le consta es el día 4, sábado. Avisa a su compañera de habitación. Laura, ¿ayer fue día 4, no?

Laura aún se está despertando y duda. Mira la pantalla, le responde. Hoy es día 6, ayer fue 5.

Pero si ayer fue sábado, hoy toca domingo. Es así. No es lunes.

Es  día 6, Manolo, lunes. Lo pone ahí.

Manolo duda. Todos los días son iguales en la estación espacial, salvo los domingos, que le toca librar. Y el día anterior estuvo trabajando todo el día. Era sábado. Hoy le corresponde descansar. Vuelve a las páginas de su diario. Lee los últimos siete días, que le corroboran que hoy es domingo, día 5 y le toca descansar.

Estáis de coña. Hoy es domingo. Voy a seguir durmiendo.

Laura lo ignora y se levanta. Hay mucho trabajo por delante y si Manolo no quiere trabajar ya le dará cuentas al capitán.

Manolo duerme plácidamente otra vez. Y al abrir un ojo y contemplar la inmensidad del espacio le parece atisbar a un anciano. Le recuerda a Chronos, el dios del tiempo. Sus gestos son de preocupación, de vergüenza. Como si se hubiera hecho un lío con el calendario.

Respira Manolo con alivio pero sabe que no podrá justificar ante el capitán que hoy es domingo, día 5.



 ¿Tienes ganas de saber lo que pasa el 29 de Marzo?