Y aquí están las aventuras anteriores de esta serie, que más bien debería llamarse La princesa Bernalda: leer capítulos anteriores (todos ellos independientes)
La
princesa Bernalda, recién prometida con un futuro rey rico y feo, abandonó sus
aposentos y se dirigió al jardín a llorar sus penas. No quería pasar a la
historia como “la reina Bernalda, esposa de Gundar, el feo”. Ni creía que su próximo
reinado fuera a ser tranquilo:
Las
barrigas de los aldeanos estaban más menguadas que de costumbre, sus miradas,
antes dóciles eran ahora duras. Y duros eran los castigos que recibían, pero ni
con esas, decía el rey, se sometían de buen grado. Sin oposición, es cierto, pero
con disgusto y con gritos de “¡democracia, democracia!”.
A
la princesa Bernalda poco le contaban, pero percibía un ambiente de inquietud
en palacio que sólo se calmaba, al menos superficialmente, al mencionar las
riquezas de Gundar y las posibilidades de aplicarlas para meter en cintura a
esos mal encarados. La amenazadora “democracia” causaba pavor. La democracia,
el gobierno del demonio. Gundar le desagradaba, pero un demonio reinante mucho
más.
Necesitaba aire. Y que la luna o las
estrellas, la suave brisa o el croar de las ranas, le susurrasen cómo evitar
tan terrible futuro. Del cielo le vino la respuesta. Rápida, en llamas. No era
una estrella fugaz, sino una flecha ardiendo que se clavó en la hierba. Se
asomó entre las almenas, y vio a una multitud que se dirigía a la fortaleza con
antorchas y clamando por la democracia. La boda con Gundar ya no era un
problema…el demonio estaba allí dispuesto a gobernar.
2 comentarios:
Pobre princesa: entre que su prometido es muy feo, que el pueblo no lo quiere, y que le demonio anda rondando, tiene que tener una ansiedad... :D
Muy prometedor. Voy por la siguiente entrega.
Hay quien dice que en sus ratos libres hace yoga para sobrellevarlo :)
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